por el Padre Fidel Rodríguez
Efemérides Varelianas
El 27 de junio de 1825, hace doscientos años, el gobierno español publicó la Real Orden emitida por el Rey, por la que se prohibía y condenaba la entrada del periódico El Habanero en la Isla de Cuba, España y demás posesiones españolas. Esta prohibición nos permite comprender el impacto y la extension de la publicación independentista vareliana, de la que el Capitán General de Cuba, Francisco D. Vives, reconociera que “la inmensa extensión de las costas desiertas de esta Isla, el comercio activo de los Estados Unidos que facilita introducción dentro de sus efectos, y sobre todo la circunstancia de haber sido el presbítero Varela catedrático de varias ramas de ciencias en esta Universidad, conservando sobre sus discípulos la veneración y el ascendiente que adquieren los Maestros sobre la juventud a quienes instruyen, hacen muy difícil, o imposible que dejen de cir-cular en secreto semejantes papeles”, a lo que uno de los cónsules españoles en los Estados Unidos, reconocerá que el Padre Varela “había remitido siete mil ejemplares [de El Habanero] a esa Isla”.
En su promoción de la independencia, Varela comprendía que las condiciones no estaban aún maduras para alcanzar la independencia, y denunciaba que “en la isla de Cuba no hay amor a España, ni a Colombia ni a Méjico, ni a nadie más que a las cajas de azúcar y a los sacos de café”, a la vez que alertaba sobre los efectos de alcanzarla quedándose en deuda con los que planeaban una invasión para liberarla, al expresar “yo soy el primero que estoy contra la unión de la Isla a ningún gobierno, y desearía verla tan Isla en política como lo es en la naturaleza”.
Otra de las ideas que El Habanero expresaba en sus artículos es una realidad que aún hoy se mantiene latente en nuestra patria, al ver la actitud del pueblo Cubano hoy, que se resigna y no de-nuncia ni se opone con fuerza la miseria y la represión que sufre, al decir que: “el pecado político casi universal en aquella isla ha sido el de la indiferencia: todos han creído que pensar en sus intereses y familias han hecho cuanto deben, sin acordarse de que estos mismos objetos de su aprecio siguen la suerte de la Patria, que será lamentable si no toman parte en ella los hombres que pueden mejorarla, y aún hacerla feliz”.[Tranquilidad en la Isla de Cuba. El Habanero, T. 1, No. 2]
Y aunque el Capitán General de Cuba animó a varios libelistas asalariados, que recibieron privile-gios y prebendas por su servicio, para atacar a El Habanero, los incendiarios artículos del sacerdo-te exiliado revolucionaron la Isla, crearon grandes expectativas de una posible invasion colombo-mexicana, que desafortunadamente no se llevó a cabo, y que con el fracaso del Congreso Anfictió-nico de Panamá, confirmaron la predicción vareliana de que las condiciones no estaban aún madu-ras para alcanzar la libertad patria.
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Frases y Pensamientos del Padre Varela.
-Nada hay más respetable que la firmeza de carácter en los hombres, y la ingenuidad. [“Cambia colores”. El Habanero]
-Todo bien nos viene de Dios, y la justicia, que es una de las principales virtudes, no puede tener otro origen: el que la quebranta ofende a Dios, y en vano se justificará ante los hombres. [Varela, Félix. “Observaciones sobre la Constitución Política de la Monarquía Española. Observación Primera: Soberanía”. Obras, 12]
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Curiosidades Varelianas: Detalles de la redacción de su periódico El Habanero.
Al planificar su periódico de corte independentista, el Padre Varela pensó en cómo violar la censu-ra y el férreo control de las autoridades coloniales sobre la información y la correspondencia que entraba a la Isla, para evitar la introducción de periódicos, panfletos y libelos que promovieran la independencia y animaran a los habitantes a colaborar en ese empeño. Para ello, el sacerdote ideó un formato pequeño que le permitiría doblarlo en cuatro, de manera que tuviera la misma di-mensión o tamaño de una carta, para que envuelto de ese modo, pudiera ser enviado como corres-pondencia común. En su envoltura no pondría ningún nombre de remitente, y lo enviaría con per-sonas de confianza o con extranjeros que viajasen a Cuba, que ignorarían el contenido del envío, de modo que lo llevasen en su equipaje o dentro de los paquetes de mercancías que transportaban o iban destinadas a comercios y casas comerciales extranjeras ubicadas en la Isla. De ese modo, al ignorar el contenido de esa correspondencia, no sentirían temor o preocupación al momento de enfrentar los controles aduaneros de las autoridades coloniales.
Otro detalle era el nombre que lo identificaría, que decidió tuviera como referencia su persona y su origen, por lo que utilizando el mismo sobrenombre que se diera en su carta de despedida, al partir de La Habana con destino a la Península, donde se autodenominaba “Hijo de la Ilustre Haba-na”, indicando la capitalidad de su ciudad natal, que no se circunscribía a la ciudad, sino al con-cepto de la provincia que había representado en las Cortes Españolas, que comprendía el Occidente y Centro-Este del país, y se extendía desde Pinar del Río hasta el límite de la provincia de Santiago, que comprendía a Puerto Príncipe [Camagüey] y la provincia oriental, por lo que dominaba la ma-yor parte de la geografía insular, de modo que decir “habanero” era prácticamente lo mismo que decir “cubano”.
En principio proyectó que tendría una frecuencia bimensual, pero decidió que sería más flexible, de modo que en caso de necesidad, lo editaría trimestralmente, dado el esfuerzo que suponía su impresión y envío a la Isla, dada su dependencia del flujo de la información que incluiría en sus páginas. Aún cuando sus artículos carecen de referencias de datación o fecha, los temas que ellos tratan nos permiten ubicarlos en el tiempo, y enmarcarlos en una frecuencia bimensual, aunque en algunos casos se extendiera y fuera trimestral.
Finalmente al decidir el título y el proyecto del periódico, Varela lo bautizó como El Habanero, papel político, científico y literario, ya que no quería incluir solo artículos políticos, para crear conciencia en el pueblo cubano del pensamiento independentista, sino artículos que los instruyeran sobre los adelantos científicos y el desarrollo del movimiento literario, cultural e intelectual del mundo al que no tenían acceso. Ante la realidad de los acontecimientos, no pudo mantener esta intención, por lo que el peso de su contenido fue mayormente político, publicando solo cinco artí-culos de corte científico en el primer número del tomo I, titulados: “Temperatura del agua del mar a considerable profundidades”, “Propagación del sonido”, “Acción del magnetismo sobre el titanio”, y “Fenómeno observado por el Profesor Silliman en el Chryoforo de Wollaston”, uno en el No.2 del primer tomo, “Carta a un amigo respondiendo a algunas dudas ideológicas”, y otro en el No. 3 de ese mismo tomo, “Noticia de una máquina inventada para medir con la corredera lo que anda un buque”. Después de éstos, no se publicó ningún otro artículo de temática científica.
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Iconografía Vareliana: La primera escultura del Padre Varela en La Habana [Parte II].
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